SEGURIDAD CIUDADANA PARA UNA CIUDAD SEGURA
Mucho más que una cámara de vigilancia.
Por: Jorge Jofré
Abogado / Experto en Prevención del Delito y “Police Accountability” / Autor de publicaciones específicas en materia de Seguridad.
Director de la Diplomatura de Seguridad Ciudadana (Universidad Blas Pascal)
Docente Universitario, de la Escuela Oficiales de Policía de la Provincia de Córdoba y de la Escuela de Suboficiales y Agentes de Policía de la Provincia de Córdoba.
Fue Presidente del Tribunal de Conducta Policial y Subdirector General de la Policía Judicial de la Provincia de Córdoba.
Si tuviéramos que identificar desde una mirada urbana, cuáles son los problemas que mayor desvelo genera en los latinoamericanos, sin dudarlo podemos afirmar que el delito y la inseguridad están primeros en la lista. De hecho, publicaciones especializadas, nos marcan que la delincuencia, es el problema más importante para los latinoamericanos y particularmente para los argentinos. Estos Indicadores, junto a otros que surgen de valiosos reportes de trascendencia internacional, dan cuenta de que la fórmula tradicional de “más policías y más sanciones”, ha resultado insuficiente para responder al requerimiento extendido de más seguridad. Su enfoque unidimensional dejó de lado la posibilidad de incorporar estrategias preventivas eficaces, y por esa razón, fueron ganando mayor espacio y prestigio internacional, modelos de abordaje integrales que en su diseño supieron desplegar estrategias que van desde la prevención al control, aportando herramientas tanto para el empoderamiento ciudadano como para fortalecimiento de las instituciones de la seguridad, a través de profundas reformas que propiciaron el desarrollo de policías de orientación comunitaria, o sistemas de “policiamiento orientado a la resolución de problemas”.
Es en este sentido, como opera el modelo de abordaje de la “Seguridad Ciudadana”, que ve a los fenómenos que inciden sobre la (in)Seguridad, como producto de una realidad compleja, dinámica y multidimensional. Por ello propicia el despliegue de estrategias y tácticas, centradas en las personas, multisectoriales, integrales, contextualizadas, fundamentalmente preventivas, y favorecedoras del empoderamiento ciudadano.
Un nuevo modelo de Seguridad Ciudadana
Quizá algún atento lector, tenga dudas respecto de la posibilidad de radicar culturalmente esta metodología, sobre todo ante ejemplos que dan cuenta, de la solidez con que el modelo tradicional parece haberse arraigado en nuestra cultura.
Si tradicionalmente el Estado ha respondido con “más policías y más sanciones”, es decir con elementales métodos de control social, es comprensible que la ciudadanía levante su voz ante la sola posibilidad de que le priven de aquello que le hicieron ver como el único remedio contra la inseguridad. Por ello, era previsible que todos los medios periodísticos se convirtieran en la caja de resonancia de miles de voces contrarias a la reforma integral al Código Penal, por más que se hagan esfuerzos denodados por explicar su racionalidad e inteligencia, desde respetables ámbitos académicos.
Igualmente ocurre con los lamentables sucesos de justicia por mano propia de los que fuimos testigos en las últimas semanas. Muchas voces pretenden explicarlo como la consecuencia inevitable de la falta de policías o la inacción de la justicia, pero debemos comprender que estos fenómenos de “linchamiento”, se han replicado en sociedades con un capital social debilitado y donde las redes de colaboración, protección y cuidado, se han diluido. Aquí, observamos una acción donde un grupo de ciudadanos aprehende en flagrancia a un supuesto delincuente, pero en vez de entregarlo a la justicia desata una conducta homicida execrable. ¿Podemos afirmar que la muerte del sujeto lo fue porque la policía no llegó a tiempo?
En estos ejemplos y fundamentalmente en el último, comprendemos que por más sólida que se encuentre la visión tradicional, el modelo de la Seguridad Ciudadana se presenta como una opción humanista, significativamente más digna que la anterior a partir de que el objetivo que tangencialmente cruza por todas sus líneas de acción es el fortalecimiento del capital social.
Y la tecnología. ¿Qué aporte hace a la Seguridad?
El desarrollo tecnológico y su desbordante pulso expansivo, se evidencia en todas las áreas de lo cotidiano y en Seguridad muestra descarnadamente desde que matriz operan sus productos. Cámaras, domos, sensores, alarmas, drones, y un sin número de dispositivos, han erigido su señorío en los espacios urbanos como nuevos referentes del imaginario colectivo, junto con monumentos y símbolos arquitectónicos.
La idea de seguridad a la que remite la matriz tradicional, es harto representativa de una comunidad controlada bajo el sueño orwelliano y por tanto, todos sus dispositivos, se implantarán desde esa micro visión, como un dispositivo de vigilancia. Si bien es cierto que podrían simbolizar que “alguien cuida”, también es cierto que innumerables clases de hechos, que van desde las faltas de solidaridad vecinal, pasando por las incivilidades más elementales, hasta actos más aberrantes como los delitos contra la integridad sexual, son determinantes de la inseguridad y en su inmensa mayoría, pasan inadvertidos a esos dispositivos de control y vigilancia. Los dispositivos tecnológicos, no encierran en sí una garantía de neutralidad. Si este trascendente desarrollo, se erige como parte integrante de esa matriz tradicional de más policías y más penas, irán destinadas a generar una nueva frustración a la ciudadanía. Porque lo que ha fracasado, es esa matriz, y no independientemente sus instrumentos.
Un caso en especial es por demás revelador. Ecuador, hace unos años, fue desbordado por una ola de “linchamientos”, pero el más inquietante fue el caso de una persona apodada “Pisuleño”, quien, al intentar asaltar una vivienda activó la alarma comunitaria, instalada con el aporte del municipio, como tecnología para la seguridad en un barrio inseguro. Al sonar la alarma, fue detenido por los vecinos y rápidamente asesinado e incinerado en la calle. Un claro caso en el que la tecnología fue utilizada como facilitadora del despliegue de una ira colectiva desatada en términos de guerra donde hay que eliminar al enemigo. Hechos como el de “Pisuleño”, nos muestran que más allá de que la (in)Seguridad, abra para la industria de la tecnología, un universo de negocios inabarcable en estas líneas, debe abordarse multidimensional e integralmente la cuestión. Por ejemplo, centrándonos en sólo una de las categorías de problemas que aborda esta matriz, como son los “Contextos Urbanos Inseguros”, sabemos que debe intervenirse, a través del despliegue de las denominadas “tácticas de prevención situacional”, donde el uso de tecnologías es una opción más, entre una amplia serie de medidas. Algunas modalidades de esa táctica se despliegan con el objeto de “endurecer el blanco”, es decir, se identifica los objetos que fueron más buscados por la delincuencia, o han sufrido más actos vandálicos y en base a esa identificación, se actúa sobre ellos restándole atractivo; encareciendo o complejizando la posibilidad de ataque.
Diseños Ambientales Seguros
Otra forma de aplicar las “tácticas de prevención situacional” es a través de la Prevención del Crimen mediante el Diseño Ambiental, que entiende al diseño urbano como un instrumento que más allá de sus objetivos específicos, puede incorporar variables que inhiben o cuanto menos obstaculizan las posibilidades de un acometimiento incivilizado. Pero como pone un especial énfasis en la cohesión comunitaria, favorece diseños participativos de las obras en el espacio público.
Desde el mismo diagnóstico se procura la participación ciudadana y se explotan todas las dimensiones posibles de lo que podríamos identificar como una “intervención urbana”; se analiza el paisajismo, la iluminación, el mobiliario urbano, reconociendo por ejemplo, de qué manera, determinadas especies vegetales o su inadecuada distribución, o la disposición de las luminarias, o un mobiliario urbano inadecuado, pueden no sólo obstaculizar el disfrute de un espacio público sino que también pueden convertirlo en una guarida que facilite el accionar de un posible ofensor. El resultado de ese diagnóstico, se transversaliza sobre distintas disciplinas como la Arquitectura, la Ingeniería, el Diseño Industrial, la Psicología y otras que -con los aportes de profesionales de cada área-, confluyen hacia una intervención integral que desalienta el accionar de aquellos que, con determinados actos, han puesto en crisis a esa comunidad. Aquí, la cuestión de la tecnología, asume un rol que va más allá de la vigilancia, abriendo el juego a muchos otros desarrollos innovadores, que podrían abarcar un sin número de contingencias, exponenciando las posibilidades de cumplir con el mandato preventivo. En este punto, se identifica como particularmente valiosa la tecnología del diseño, enfocada en la creación de diversos “objetos” que hacen a la seguridad. Específicamente podemos mencionar la existencia de organizaciones, tanto en Europa como en Estados Unidos, y de modo más incipiente en nuestro país, que desarrollan verdaderas soluciones al combinar la estética a la funcionalidad de la seguridad y que permiten -dependiendo de su espacio de intervención- resolver problemas específicos al evitar el vandalismo o determinados tipos de robos.
No es poco lo que en materia de Seguridad hay por hacer, pero de hecho, no puede agotarse tan sólo en mecanismos de vigilancia y control. Si no recuperamos la capacidad de reencontrarnos en comunidad, debemos estar dispuestos a sufrir la carga de reconocernos como despreciables e impávidos espectadores del dolor, transmitido en directo desde el domo instalado en el frente de nuestra casa.